Desde principios del siglo XX a la época actual se produjo el establecimiento de bosques cultivados con especies de rápido crecimiento, las cuales habían sido ya introducidas a Chile a fines del siglo XIX (principalmente pino y eucalipto), permitiendo proveer madera a la población, además de recuperar suelos degradados por acción de agricultura, ganadería y minería.
Paralelamente, se consolidó el sistema de áreas protegidas bajo el control de CONAF, que rescata lo más representativo de las formaciones naturales a lo largo de todo el país.
La habilitación de terrenos para la agricultura a expensas del bosque nativo, no es solamente propia de nuestro país, sino que es histórica y de carácter mundial.
El aporte de los bosques cultivados se puede resumir en tres grandes aspectos:
• Importancia ecológica: los bosques cultivados aseguran la conservación del bosque nativo, preservando nuestros paisajes y biodiversidad de las especies.
• Reserva de bosque productivo: los bosques cultivados aseguran la disponibilidad de madera y sus productos para satisfacer nuestras necesidades y los requerimientos de las futuras generaciones.
• Reserva de bosque nativo: Al usar los bosques cultivados para las necesidades del país y la industria, se evita cortar el bosque nativo y hacer que este disminuya.
La recolección de productos silvestres a lo largo de la historia.